jueves, 21 de mayo de 2015

ELIGE A TU CLIENTE IDEAL



Este es uno de los pilares fundamentales de tu negocio. Si estás en una etapa temprana y aún no sabes ni siquiera qué es un cliente ideal.
Ahora si ya lo sabes, si ya has pasado por eso y estás convencido de que esta es la estrategia que te conviene y que te posicionará para atraer más y mejores clientes y generar más ingresos, la pregunta que usualmente puedes estar planteándote es ¿Cómo elijo a mi cliente ideal? Este es el concepto que hoy quiero reforzarte y aquí tienes 5 claves que te enseñarán cómo elegir a tu cliente ideal:
  • Clave número 1: Tu cliente ideal es aquel al quien puedes verdaderamente marcarle una diferencia con tu servicio/ producto. Debes reconocer que tu producto no es para todo el mundo y que no le dará los mismos resultados a todos. Por eso debes enfocarte en un cliente ideal cuyos resultados con tu producto sean los que esperas y deseas ofrecer. Si estás pensando que de todas formas un cliente es un cliente, te recuerdo que una de las peores publicidades que puedes tener es un cliente insatisfecho o cuyas expectativas no hayan sido cumplidas. Además, probablemente te lleve más tiempo o más esfuerzo atender a un cliente que no es exactamente tu cliente ideal, con lo cual terminarás resintiendo luego la relación por no estar haciendo lo que es mejor para ambos.
  • Clave número 2: Tu cliente ideal es aquel con quien te encantaría trabajar. ¿Te gusta trabajar con clientes demandantes, que te pregunten a cada paso, que necesiten de ti? ¿O prefieres trabajar con personas que sean autónomas, que tomen sus propias decisiones y que busquen tu asesoramiento para crecer y mejorar cada día? ¿Tus clientes ideales son responsables de sus acciones o buscan culpar a alguien más cuando las cosas no suceden como esperan? Entiéndeme bien, tú puedes elegir trabajar con el tipo de clientes que desees. Por eso se le llama vocación. Debes amar tu profesión y amar el tipo de clientes con quien deseas trabajar. Si no, será completamente una lucha y aborrecerás cada minuto que comienzas tu jornada. No todas las personalidades combinan con todo el mundo. Una relación cliente-proveedor no es más que una relación entre dos personas. Si no hay “feeling”, química, confianza, comodidad, o el término que para ti sea importante, es difícil que puedas ayudarle a lograr sus objetivos. Y si estás pensando en que tu profesión no requiere de relacionamiento porque te dedicas a la contabilidad, impuestos o cualquier otra profesión que parece que se han vendido como “poco humanas”, sólo tienes que recordar que las empresas y los negocios están conformados por personas. Las decisiones en una empresa las toman las personas. La decisión de compra de un producto, de discontinuar un contrato, de ampliar un servicio, son llevadas adelante por personas con sentimientos y emociones. Y si mis lectores hombres están pensando que no tienen sentimientos y emociones (o que al menos no los ponen en juego en la toma de decisiones), sólo piensen si comprarían algo a una persona que del otro lado del teléfono parece poco comprometida con el servicio, que trata de venderles a toda costa algo que ustedes no están convencidos o que no responde a la velocidad que ustedes necesitan. Puede parecer que utilizan razonamiento y objetividad, pero lo que verdaderamente les pasa es que no tienen confianza en esa persona. Y eso no se logra sólo con hechos.
  • Clave número 3: Tu cliente ideal es aquel que entiende el valor de tu servicio o producto y aún cuando contratar tus servicios representa una importante inversión (nadie dijo que los clientes ideales no tengan ningún problema económico o financiero), buscarán la manera de hacerlo. Y aún en el caso en que no logren hacerlo, no es porque simplemente se han quedado con la excusa de que “no tienen suficiente dinero”. Este es un concepto muy interesante porque creo que coincidirás conmigo que una de las excusas más utilizadas es “no tengo dinero para comprarlo, pero si no me encantaría”. Será porque a algunas personas les cuesta decir que no les interesa tanto, o porque piensan que verdaderamente se trata de un problema de dinero, pero es muy habitual encontrar estas objeciones. Pero para ti no debería ser un problema. No, no me volví loco, sé perfectamente que necesitas clientes para vivir y para hacer crecer tu negocio. Pero lo que quiero que reflexiones es que el dinero no es una medida de valor de tus servicios. Es un precio. Una cuota o una contribución que hay que invertir para acceder a un beneficio. Si un cliente no ve el valor de tu servicio, no pagará ni el precio que le pongas, ni uno menor, ni uno regalado. Piensa en algo que verdaderamente quieras. Pero que estás convencido de que lo quieres, lo necesitas, es vital para tu negocio, o tu vida, o tu familia. Sabes que no tienes el dinero para poder “comprarlo”. ¿No tratarás de negociar con el vendedor? ¿No buscarás la forma de adquirir una versión más económica o de obtener financiación? ¿No buscarás mejorar tu capacidad de ahorro para sí poder adquirirlo dentro de unos cuantos meses? La voluntad mueve montañas, pero sólo se activa cuando hay un valor detrás de eso que quieres conseguir.
  • Clave número 4: Tu cliente ideal es aquel que está dispuesto a poner en acción lo que aprende. Sin excusas. ¿Por qué lo harían? ¿Es porque tú eres el dueño de la verdad absoluta? Definitivamente no. Es porque tienes un método que ya has probado y que ha funcionado contigo o con otros clientes. Tu cliente ideal está dispuesto a quebrar paradigmas y dejar atrás viejas creencias. Supongamos que eres un contador que ofreces servicios que ayudan a tus clientes a reducir su contribución impositiva anual. Si tu cliente tiene la creencia de que los impuestos de todas formas habrá que pagarlos y que no es tan importante tener a alguien dedicado a encontrar estratégicamente la mejor forma de resolver este problema, definitivamente no tienes un cliente. Tienes en el mejor de los casos un comprador fastidioso que cada mes regateará tus servicios y estará disconforme cada vez que tenga que pagar tu factura, aún cuando te desvivas en descuentos y des un servicio de primera calidad. El problema no es tu servicio, ni tu tarifa, ni el mercado. El problema es que no pone en acción tu servicio o lo que aprendió contigo. Otro ejemplo muy habitual seguro te sentirás identificado si eres coach, consultor o terapeuta. Entrenas y ayudas a tu cliente a lograr determinadas metas pero necesitas que esa persona tome lo que aprendió y avance. Y si no lo hace, por las excusas que sean, terminará culpándote a ti, al proceso, a la terapia de que no le dio resultados.
  • Clave número 5: Tu cliente ideal es aquel que comprende el tiempo que llevará obtener el resultado esperado de tu producto o servicio y que está dispuesto a hacer exactamente eso que lo llevará a ese lugar. Imagina que eres nutricionista y ayudas a las personas a bajar de peso. Si llega a ti un cliente totalmente convencido que el único programa en el que invertirá será aquel que le asegure que perderá 20 kilos en un mes, de manera saludable, comiendo todo lo que desee y haciendo poco ejercicio, definitivamente no es tu cliente ideal. ¿Por qué? Porque no hay Dios sobre la tierra que pueda garantizarle eso, entonces sólo busca quien lo convenza o le venda recetas mágicas con manipulación, y no es lo que tú haces. Lo mismo si eres un consultor de negocios. Montar una empresa no es algo de 48hs así que si viene a ti un prospecto que sólo está dispuesto a comprar un servicio que puedas ofrecerle donde le garantices que tendrá su empresa funcionando en 3 semanas, este cliente no comprende el tiempo y lo que implica poner en marcha una empresa. Y por lo tanto no es tu cliente ideal.

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